El plegado de papel es una actividad amistosa. El momento de aprender con más facilidad está
entre los siete y los diez años; hay una curiosidad mezclada con magia en esa
época de la infancia.
Los diagramas escritos se pueden explicar rápidamente, como
un alfabeto o lenguaje gráfico que se vuelve transparente con poca práctica.
Los maravillosos tutoriales de Origami Player y Origami Club son perfectos y
precisos. Raramente se frustren al
querer hacerlos.
Chicas y chicos intercambian luego lo que saben, casi como
una regla: si aprendieron, ahora tienen que enseñar. Piden ayuda, pero la idea es que despeguen
solos y hagan modelos simples y vistosos.
Los mejores para empezar son los que van “en avance”, es
decir, que no tienen demasiados pliegues de ida y vuelta. Modelos como la carterita, el vasito, algunas
cajitas, el paku-paku y varios avioncitos, por ejemplo, son siempre un éxito y
salen bien con poca práctica. Otros
pliegues plisados o las bases de pez, bomba o flor luego los hacen avanzar a
modelos más complejos.
Una caja con libros, instrucciones paso a paso pegadas en
cartulina, papeles cuadrados reutilizados ayudan a pasar un recreo en la
biblioteca, en el aula o en cualquier rato libre.
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