Los personajes que “viven” en la literatura, a veces salen
del libro. Casi siempre son animales,
claro, es difícil tenerlos quietos…
Con un poco de lana, un amigurumi en forma de perrito se
convierte el Diminuto. O un león, en el encantador León de Biblioteca, que siempre
se sienta bien para escuchar los cuentos y ayuda a mantener la biblioteca en
orden.
Dailan Kifki de papel o cualquier otro personaje, en
especial de peluche o tejido, se vuelve un intermediario lleno de ternura que
da ganas de leer la historia.
En tiempos multipantallas, volver a los muñecos tangibles,
cálidos, hechos a mano nos acerca a lo verdaderamente humano.
Se pueden conseguir peluches comprados que se vuelvan
personajes de cuento, aunque creo que es mejor que sean hechos especialmente de
tela o lana. Y si son comprados, habrá
que darles un toque personal, así se “humanizan” y se hacen parte de la
“familia”.
Es asombroso ver cómo siguen apegados de alguna manera a
esos personajes. Más aún, si han pasado
por el proyecto de grado con su “Osito de peluche” en algún grado.
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